Tintero Infinito 18-06-19

Alegoría de los sueños

Por Cecilia Olivera

Cada noche, era un nuevo despertar. Hacía tiempo le sucedía esto. Encontró en ellos, un mundo
paralelo al real, una escapatoria, un refugio, esperanzas de que quizás, esos sueños pudieran ser
una realidad. Desde su infancia la acompañaban noche tras noche, como si fuera una princesa
huyendo entre bosques cubiertos de malezas, frío y oscuridad.

Cerraba sus ojos de manera temprana, luego de haber dicho sus plegarias, para introducirse en un
paralelismo a lo real. Malena, inconscientemente, había creado un mundo interno que afloraba en
sus sueños. Aparecían allí, personajes insólitos, que jamás había visto. Hombres, mujeres, niños,
animales, paisajes, divinidades. Ella misma se preguntaba, si alguna de esas personas, habían
pasado por su lado en algún momento de su vida. Quizás, en algún rincón de una plaza, rozó su
hamaca con aquél niño que luego jugaría con ella por las noches, o a lo mejor, esa anciana que le
acariciaba su cabello con una mirada tierna y una sonrisa angelical, había sido una señora que
cruzó entre libros en aquella gran biblioteca que solía frecuentar. Caballos de pelaje suave y un
negro resplandeciente cuyo brillo atraía a cualquiera, corceles de acero frente a batallas cargadas
de luchas incesantes de poderes y amores, fueron reflejo de algún encuentro casual con algún
caballo que cruzara tirando la carreta de un linyera buscando el sustento con tintes de esperanzas.
Lo cierto es que, esos sueños, eran absolutamente maravillosos, algunos hasta una especie de
premonición o aviso de un futuro cercano. Los lugares que transitaba por las noches, con
vestimentas tan frescas y livianas, los animales curiosos que guiaban un camino, algún caballero
guapo y atento. Pero aquello tenía una cuota de real. Esa relación dialéctica entre mundo interno
y mundo externo, generaba consecuentemente esos curiosos capítulos de historias vividas cada
noche.

Fue entonces, que en una de esas ocasiones, una madrugada de frío intenso, los susurros se
instalaban en su mente, y se hacían cada vez más intensos. Sentía que le cortaban el aire, y parecía
que su cuerpo estaba entumecido y una fuerza sobrenatural se apoderaba de su ser. Así, en plena
madrugada, la penumbra se asomaba por la ventana de su habitación, y los rayos lunares la
invitaban a salir de ese estado de shock. Malena despertó de golpe, agitada y agobiada.

Se dispuso a levantarse para tomar un vaso de agua, intentando recordar su sueño. No lograba
comprender lo sucedido. Recuperó su aliento. Poco a poco volvió a ser ella misma. Los sorbos era
lentos, pausados, al punto que podía sentir como el agua recorría su cuerpo como limpiándolo y
devolviéndole la vida. Luego de aquel episodio, no logró conciliar el sueño.

Decidió entonces, sentarse sobre su cama sin ánimos de pensar en lo sucedido. Como quien
cuenta ovejas, sus grades ojos dejaron caer sus párpados que iban al compás de su cansancio.

Un bosque frondoso estaba frente a ella. Los árboles estaban desnudos, el lugar era frío y con la
apariencia de ser un día de invierno. Ella estaba descalza, y su vestimenta color blanco antiguo,
denotaba una frescura que contrarrestaba con aquel escenario. Sus pasos le indicaban un camino
sinuoso, como si ya hubieran andado por allí en otros tiempos.

Y en ese transitar sin rumbo, se presentó ante ella un anciano con un gran bigote y una mirada
llena de cosas por decir. Era alto, algo erguido por el paso del tiempo, llevaba un bastón de
madera rústico; parecía que una rama de aquellos árboles le servía de apoyo para su andar
cotidiano. La miró y sin decir palabra alguna, Malena entendió que debía seguirlo. Unos zorritos
con cara chistosa iban detrás de él, como si fueran sus guardianes.

Nadie emitía sonidos. Sólo se escuchaban pasos tranquilos, seguros. Malena estaba algo inquieta,
pero sin temor. La marcha se detuvo frente a una cabaña, rodeada del mismo bosque, con piedras
de varios tamaños y colores. La puerta de entrada era grande, y tenía colgado un cartel con unas
iniciales, “G.S”, lo que aumentó la curiosidad de Malena. Por fin el señor misterioso habló.

-“Cada noche eres testigo de historias fantásticas, confusas, poco coherentes. Y tu mente trata
luego de resolver esos misterios o señales que allí ves”. Ella quedó perpleja, escuchado
atentamente el mensaje que este hombre sabio intentaba trasmitirle. Y luego agregó,-“De la
misma manera es la vida, te da señales, te inquieta, te sorprende, te abruma. Esa relación entre tu
mundo externo e interno te abre un abanico de submundos reflejados en tus sueños, que intentan
darte respuestas a interrogantes inconclusos”-. Malena continuaba escuchando sin perder detalle,
aunque los zorritos la miraban con una cara tan cómica, que la seriedad parecía borrarse de su
rostro, dando como resultado una mezcla de asombro, gracia y complicidad para con ellos.

Y de pronto, esa distracción provocó algo así como un alejamiento, la voz se escuchaba cada vez
más baja, lenta y lejana, y al darse vuelta estaba frente a una iglesia de estilo colonial. Ella
continuaba descalza, y con la misma vestimenta. Parada en aquél lugar, que estaba al costado de
un largo camino de tierra, esa especie de capilla campestre, tenía a cada lado un árbol cuyo tronco
parecía aferrarse para no caer nunca, y en su gran copa podía albergar a miles de aves. El verde de
aquel césped que cubría como un mato el alrededor, era digno de un palacio real. Malena sentía
que esperaba a alguien, que ella era la protagonista de esa escena casi real, como si se tratara de
una vivencia aquí y ahora. De pronto volteó su rostro y vio muy cerca a sus seres más queridos,
con lágrimas de emoción; parecía tratarse de un acontecimiento importante.

Una brisa suave acarició su rostro y recorrió su cuerpo hasta los pies. Ella dejó caer su mirada y vio
entre sus manos un ramo de gerberas, de color blanco y atado sutilmente por una cinta de
arpillera.

Sorprendida, comprendió que ella era la novia, y como quien mira hacia el horizonte, esperaba al
novio que veía a lo lejos acercarse en una carreta, por lo que no podía ver su rostro.

Rápidamente, esa carreta se esfumó, el cielo oscureció y la lluvia comenzó a caer de manera
repentina. Un frío recorrió su cuerpo, y confusamente la voz del anciano se volvía a oír
nuevamente. Malena abrió sus ojos, y el sabio le dijo: “Algunos sueños, serán para ti, Grandes
Sueños, porque serán algo así como premonitorios, y sólo tú serás capaz de develarlos e
interpretar la realidad y descubrirlos en ella.”

Y sus ojos se cerraron por completo. Horas más tarde, el canto alocado de un gallo le indicaba que
era un nuevo día. Malena comenzó a desperezarse lentamente, logrando ver desde su ventana
como el sol le daba la bienvenida y la acariciaba con sus suaves rayos de vida. Desde aquel
episodio soñado, aprendió a ver la vida con otros ojos, a entender señales, quitándose la venda
que la mente siempre le imponía sobre lo que su corazón le dictaba. Como un artista, comenzó a
observar y observarse con ojos de soñador, un soñador que persigue sus “Grandes Sueños”.

Publicado por ushuaiaandaleyendo

“Asociación Civil Ushuaia anda Leyendo: para el fomento del libro y la lectura en la comunidad” N°1565

28 comentarios sobre “Tintero Infinito 18-06-19

  1. Hermoso relato. Pude sentir, imginar y vivenciar cada palabra, cada suceso… El insght es magnifico , y desatar ataduras y manejar el carro de nuestros sueños es glorioso… Te dejo un abrazo y un beso querida Cecilia.

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  2. Cada sueño que describes es un viaje astral.\»La vida es sueño\» escribió Calderón de la Barca.Tu relato invita al lector a buscar lo profundo en los sueños para enfrentar la vida con la mirada de asombro de los sueños y ver en las metas cotidianas los grandes sueños a perseguir; una mirada de asombro y enigmática alegría para vivir intensamente cada día, para superar la rutina de lo cotidiano. ¡Gracias por compartir la magia de los sueños!Desde Buenos Aires, Carlotita.

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  3. ¡Me encantó! Gracias por compartir esta historia llena de reflexión y de amor, amor a la palabra, amor a la vida, a la imaginación. Gracias.Cariños inmenso, mi bella Ceci.

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  4. Ceci! Qué lujo tener una amiga escritora que logra transportarnos a mundos tan fantásticos, pero a la vez tan reales! Genial que te hayas atrevido a sumergirte y bucear en el misterioro mundo de los sueños… Y si lo que creemos que es realidad en en verdad un sueño?… Te felicito! Seguí escribiendo porque es tu don! Gracias por compartilo! Abrazo!

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  5. Inmediatamente ATRAPANTE. Después de leer unas pocas líneas, ya te sitúa en el contexto propuesto y desde allí tu imaginación danza al \»ritmo del relato\» promoviendo a la reflexión. Gracias.

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  6. Me encantó, cada adjetivo cada sensación le da color y materializa la sensación de los sueños, de las realidades que armamos en nuestras cabecitas locas. Te quedó hermoso hermanita, a seguir así que tenes potencial y se nota la riqueza de tu imaginación, tu pasión por la escritura y tu amor por la palabra. ♥ Te amodoro!

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  7. ¡Mi vida! ¡¡¡Sabés lo que quieroooo!!! Infinitas gracias por tus palabras colmadas de amor. Sí, sabés que la escritura me apasiona y es una de las tantas pasiones que compartimos. ¡Gracias totales hermanita de mi alma!

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